Yolanda Andrade, una mirada a la cultura popular

MILENIO

 

“Sin ningún proyecto en mente, empecé a jugar con lo digital hasta dejar la fotografía en blanco y negro”, aseguró a MILENIO la artista mexicana.

Puestos de ropa de mujer, hombre y niños, fritangas de todas clases, películas y discos de cualquier género, juguetes grandes y pequeños, aparatos eléctricos nuevos y usados, zapatos de todas las medidas y modelos, perfumes y cremas, equipo deportivo de diversas disciplinas… Todo cabe en la colonia Morelos, hasta la Galería José María Velasco, fundada en 1951.

Ante el paisaje urbano que rodea a la galería, pareciera que las 42 fotografías de la exposición  Dentro y fuera. Yolanda Andrade, vigía de la sorpresa se hubieran salido de su hábitat para resurgir en la calle. Existe una empatía entre la atmósfera de las imágenes fotográficas y lo que ocurre en el barrio. Después de todo, Andrade ha hecho de la cultura popular su centro de atención.

Podríamos decir que existen dos Yolanda Andrade: una en blanco y negro, y otra en color. Con una larga trayectoria en la fotografía analógica en blanco y negro, descubrió el mundo digital en 2003; entonces vino un cambio: “Sin ningún proyecto en mente, empecé a jugar con lo digital hasta dejar la fotografía en blanco y negro y la cámara analógica”, dice en entrevista para MILENIO la artista tabasqueña radicada en la Ciudad de México.

Becada en 1994 y 2000 por la Fundación Guggenheim y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Andrade afirma que este cambio fue como empezar de nuevo en la fotografía: “No tenía idea de cómo manejar las herramientas digitales, así que tuve empezar de cero. Pero me encantó el hecho de recomenzar”.

Además de reparar en la obra de maestros de la fotografía que han trabajado el color —lo que antes no hacía—, Yolanda también recibió influjo de la pintura: “Siempre ha sido algo muy importante para mí como espectadora, pero ahora la empecé a ver más desde el punto de vista del color. Mi transición a éste no se dio de inmediato, sino que se fue dando en la medida que iba trabajando”.

La artista comenta que cuando hacía fotografía en blanco y negro “estaba estacionada en Ciudad de México. Con el color también me liberé de trabajar exclusivamente aquí para poder hacerlo en cualquier parte”. Así, además de México, en la muestra hay fotografías de Cuba, Estados Unidos, India y otros países.

A pesar de ser distintas ciudades, hay una estética similar en las fotografías.

El eje de mi fotografía es la cultura popular, tanto en México como en cualquier otra ciudad. A veces hay puntos muy parecidos, como en el caso de India y Ciudad de México, aunque hay otros que son diferentes, como las cafeterías de Nueva York, sus calles o la misma gente.

En buena parte de las fotos hay una imagen dentro de la imagen. ¿Por qué?

Es algo que también hacía en blanco y negro, algo que persigo en mi obra y que ha atraído mucho. Por ejemplo: cómo se transforman las imágenes de la alta cultura cuando pasan a la cultura popular.

¿Las fotografías son una reflexión sobre la soledad? Al menos eso se percibe en muchas de ellas.

Puede ser que yo esté reflejando eso por una cuestión personal: yo soy una persona solitaria. La mayor parte de las fotos la he tomado caminando sola por las calles. En las fotos se refleja un carácter solitario e introvertido la mayor parte del tiempo. Mi periodo en blanco y negro se centraba más en la multitud, la gente como protagonista de las fotos. Ahora estoy fotografiando más espacios en los que aparece la gente, pero como parte del paisaje urbano.

Los personajes no advierten tu presencia. ¿Fue algo meditado?

Cuando hacía fotografía en blanco y negro siempre las personas estaban frente a mí, confrontándolas. Eso empezó a crearme tensión, estrés. Ahora, con esta nueva forma de fotografiar, ya no lo siento.

¿Qué te llama de la calle?

La vibración y sobre todo la energía que transmite la ciudad. Por ejemplo, cuando estoy en una ciudad como Ámsterdam me pregunto: ¿podría vivir aquí? No: es hermosa, pero demasiado quieta. Entonces empiezo a extrañar las calles de México.

Exponer en una galería ubicada en un barrio popular permite que asista un público que viene a ver la obra sin prejuicios.

Sí, eso es muy interesante. El día de la inauguración vinieron personas del barrio que se acercaban a preguntarme cosas o a comentarme sobre alguna imagen. Mi gran satisfacción es que gente que no me conoce exprese sus opiniones sobre las fotografías.

La exposición se presenta en la Galería José María Velasco de martes a domingo, de 9:00 a 18:00; miércoles hasta las 20:00. Entrada libre.

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