Sochi, entre la nieve y el arcoíris

JUEGOS INVIERNOEFE

Moscú

Sochi, antiguo balneario soviético bañado por el mar Negro, se debate hoy entre la nieve de sus montañas, escenario de las competiciones olímpicas, y el arcoíris, símbolo del movimiento homosexual.

“Aplaudiremos tanto a los heterosexuales como a los homosexuales al igual que en los anteriores Juegos”, aseguró Svetlana Zhurova, campeona olímpica de patinaje de velocidad y alcaldesa de la villa olímpica.

Sochi, ciudad en la que “no hay homosexuales”, según su alcalde, vive hoy ajena a la polémica a la espera de que arranque la ceremonia, de la que ya se han filtrado varios detalles, como que la famosa soprano Anna Netrebko interpretará el himno ruso.

También se sabe que la antorcha que encenderá el pebetero con la llama olímpica, punto culminante de la ceremonia, será la misma que voló en noviembre pasado por vez primera a la Estación Espacial Internacional.

La bandera tricolor rusa será izada por varios cosmonautas, entre ellos Serguéi Krikaliov, el hombre que vivió en el espacio la caída de la Unión Soviética en 1991, y Yelena Serova, la primera rusa que volará este año al espacio desde 1997.

Como es tradicional, Rusia honrará su larga y atribulada historia, incluida la etapa soviética en su aspecto más positivo -como el primer vuelo de un hombre al espacio protagonizado por Yuri Gagarin en 1961-, y el más controvertido, la revolución bolchevique.

Unos 40 mil espectadores asistirán a la ceremonia en el estadio de Fisht, mientras otros 3 mil millones podrán ver por televisión la fiesta, en la que participarán varios miles de jóvenes, entre bailarines, acróbatas, artistas de circo y músicos.

Pero a los rusos, lo que de verdad les preocupa es que su equipo se redima del fiasco de Vancouver, donde únicamente se colgaron 15 medallas, y encabece el medallero, como en los Juegos de Verano de Moscú de 1980.

La mayoría de participantes, unos 6 mil de 88 países, ya se encuentran en el balneario ruso, donde las temperaturas son muy agradables, ya que rondan los 10 grados sobre cero.

Como novedad, las mujeres competirán por vez primera en la modalidad de salto, el equipo jamaicano de bobsleigh intentará de nuevo animar la fiesta, como ocurriera en 1988, y entre los países participantes figuran algunos donde no nieva en todo el año, como Dominica, Togo, Zimbabue o Tonga.

Con todo, a falta de unas horas para la inauguración de los XXII Juegos Olímpicos de Invierno, la gran intriga no es quién encenderá el pebetero del estadio Fisht, sino quién osará desafiar durante las próximas dos semanas la ley rusa contra la propaganda homosexual.

Aunque las autoridades locales, el COI y las federaciones deportivas han advertido contra las manifestaciones políticas, algunos deportistas se proponen defender públicamente los derechos de las minorías sexuales, a las que consideran perseguidas en Rusia.

Dado el actual desarrollo tecnológico, cualquier accesorio con el arcoíris, sea una uña, una insignia o una cinta para el pelo, será captado por las cámaras, por lo que la polémica está servida y la incógnita se reduce a quién será el primer deportista en romper el hielo.

Eso sí, la expresión de activismo político deberá ser muy impactante para que el deportista sea sancionado o incluso le cueste la retirada de una medalla.

No todos los deportistas están a favor de convertir la Olimpiada Blanca en un cruzada homosexual, como es el caso del patinador español Javier Fernández, uno de los grandes favoritos a la medalla de oro en Sochi.

“Los juegos son deporte y no política, hay que respetar las leyes del país que visitas”, dijo Fernández al diario español “El Mundo”, y recomendó que “los homosexuales se corten un poco y luego sigan con sus vidas”.

No obstante, el gigante tecnológico Google, siempre atento a cualquier controversia, expresó hoy su apoyo a la comunidad gay con un “doodle” -icónico logotipo de la empresa- arcoíris, mientras políticos, actores y escritores no dudaron en criticar en cartas abiertas la discriminación de las minorías sexuales en Rusia.

La cruzada homosexual ha alcanzado tal grado de exacerbación que ha logrado irritar hasta a los más críticos al presidente ruso, Vladímir Putin, como el popular escritor Borís Akunin.

“¿Acaso (en Sochi) todo es un desastre y no se ha hecho nada bonito y de utilidad? ¿Nada de nada? Pardiez, no estoy dispuesto a vivir según el principio de que ‘lo que es malo para Putin, es bueno para nosotros'”, dijo hoy el literato en su blog.

Por si hubiera alguna duda sobre la seguridad de los Juegos, baterías antiaéreas, submarinos, destructores y drones se encargarán de prevenir cualquier ataque terrorista en esta zona cercana al explosivo Cáucaso ruso.

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