PRESENTAN “ALGO DE LO NUESTRO” EN EL COBAO DEL TULE

*Obra de Manuel Alarzón  Aragón

En el marco del XXX Aniversario de la fundación del  Plantel 04 El Tule del Colegio de Bachilleres del Estado de Oaxaca (COBAO), fue presentado el libro “Algo de lo nuestro …” de Manuel Alarzón Aragón, el cual narra de manera amena la vida tradicional de la ciudad de Oaxaca a mitad de la vigésima centuria.

Nacido en el municipio de de Oaxaca de Juárez, el autor relata las festividades pagano religiosas de los templos más representativos, donde acudían los oaxaqueños a venerar los santos de cada barrio, a degustar los platillos típicos y a saborear las ricas nieves de fruta de la época, o bien, la de leche quemada con tuna, sin olvidar una rica agua fresca del puesto de doña Casilda en el mercado Benito Juárez.

Y hablando de los mercados típicos, el autor no podía pasar por alto, aquellos centro comerciales con sus características ancestrales, los olores y colores se entremezclan para dar al visitante una muestra de la gastronomía oaxaqueña, el tasajo,una carne asada, un mole, el pipián o quizá una tlayuda y el más afortunado una empanada de amarillo o verde.

El Oaxaca de los cincuenta se caracterizó por ser una ciudad apacible y con una fisonomía muy particular dado que la mayor parte de las casas eran de adobe y techumbre de tejas sostenida por fuertes “vigas” de madera y con pisos de ladrillo, los patios por lo regular eran muy grandes y  poblados con inquilinos parlanchines, pintorescos y costumbristas, que se dedicaban a lo más variado de las actividades, la curtiduría, la elaboración de velas, mantelería y otros.

“En casi todas las casas había apreciados animales domésticos;  perros, gatos, aves de corral que por las alboradas ponían un agradable sabor provinciano al barrio con sus cantos y alharacas, había también en las casas mimados prisioneros; jilgueros, gorriones, cenzontles, canarios, loros, cotorras y pericos, que a diario participaban en  un desordenado concierto”, que hacían el deleite y la sorpresa para los visitantes, Alarzón Aragón le tocó vivir una infancia maravillosa porque entonces podía jugar a placer en la calle sin pensar en que los arrollara algún automóvil

“Jugábamos en la tierra y con la tierra sin temor a las enfermedades, andábamos descalzos y correteando bajo la lluvia”, recuerda, esa maravillosa época, donde las campanadas de las iglesias daban ese tinte místico que prevaleció por muchos años

Emocionado, ante un numeroso publico que atento lo escuchaba dijo que  las casas de vecindad tenían abiertos de par en par sus portones durante todo el día y solo en  la noche eran cerradas a “buena hora” por aquello de los “aparecidos”.

Aseveró que  “Algo de lo Nuestro”, presenta precisamente solo un poco Oaxaca de mediados del siglo veinte, el cual escribió pensando en  los jóvenes, adolescentes, niños,

“Aunque también lo hice para mis contemporáneos porque sé que al leerlo recrearan de algún modo su preciada niñez”.

El también fundador del COBAO, narra entre líneas los convites, las calendas y cumplimientos; el ceremonial de Jueves o Viernes Santo y los Sábados de Gloria; las fiestas de los Lunes del Cerro en la Rotonda de la Azucena del Cerro del Fortín; los paseos campestres para recoger azucenas silvestres; los días de Muertos o Fieles Difuntos; los juegos infantiles; los cuentos y las leyendas.

 

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