Portugal, invitado de honor; sin miedo a la transgresión

EXCELSIOR

Las letras lusas no temen ya a la subversión, dicen cuatro de sus exponentes más relevantes; hoy inicia la FIL Guadalajara

CIUDAD DE MÉXICO.

La identidad y la Historia, el “quién soy en el mundo y en el tiempo”, son los temas más profundos que cruzan la literatura portuguesa actual. Pero, al mismo tiempo, éste es un ejercicio de innovación permanente, que ha perdido el temor a la transgresión y a la subversión y se practica con plena libertad en un mundo global. Además, se destaca la capacidad del portugués como “una lengua de metáforas que favorece la dimensión poética”.

Tras reconocer la dificultad de especificar qué caracteriza a las letras de este país europeo, los escritores Lídia Jorge (1946), Nuno Júdice (1949),
Filipa Leal (1979) y José Luís Peixoto (1974) trazan, con ideas como las anteriores, el retrato imaginario de un corpus aún en construcción que ha logrado seducir a los lectores del siglo XXI.

“Es difícil tener una idea definitiva sobre la literatura actual, pues aún se está concretando, no tenemos suficiente distancia ni perspectiva para mirarla de un modo totalmente descomprometido. Sin embargo, las características más importantes tienen que ver con nuestra historia. La literatura siempre tiene una relación directa con la historia a la que pertenece, por lo mismo que posee la ambición de llegar más allá de su presente”, advierte Peixoto, uno de los autores contemporáneos más destacados.

Peixoto resalta que la Revolución de los Claveles —el levantamiento militar del 25 de abril de 1974 que provocó la caída de la dictadura salazarista, que dominaba Portugal desde 1926— ha sido el momento más sobresaliente de su historia cercana. “Una parte importante de las características de esta literatura sale tocada por ese gran cambio. La literatura es enemiga del tabú”.

Esto se evidenciará durante la edición 32 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que arranca hoy en la capital jalisciense, con Portugal como invitado de honor. El país ibérico revelará que posee diversas propuestas literarias, más allá de sus escritores reconocidos, como Luís de Camões (1524-1580), Fernando Pessoa (1888-1935) o el Nobel de Literatura José Saramago (1922-2010).

Además de los entrevistados, autores como António Lobo Antunes (1942), Manuel Alegre (1936), Ana Luisa Amaral (1956), Francisco José Viegas (1962), Pedro Mexia (1972) y João Tordo (1975), entre otros, encabezarán el programa de conferencias, presentaciones de libros y talleres literarios.

Más de cuarenta escritores lusos, representantes de diferentes géneros literarios, pasando por la novela negra, la poesía, el ensayo, la crónica y el cuento, darán a conocer su obra y sus proyectos en el encuentro librero más importante en idioma español, que culminará el domingo 2 de diciembre.

MÁS LIBERTAD

Para Nuno Júdice, no es fácil definir las letras portuguesas desde el punto de vista de movimientos o tendencias estéticas, debido a la gran diversidad y a la permanente renovación que han experimentado en los últimos años. Si el siglo XX fue el de la poesía, afirma, “tal vez el XXI se pueda definir como el de la prosa. Vemos que, finalmente, los jóvenes creadores se liberaron de condicionantes de estilo que venían del tiempo de la dictadura, cuando había un cierto temor a la transgresión y a la subversión, sobre todo temática”.

 

El poeta y ensayista considera que la libertad permite hoy que hablen de su pasado reciente con una visión más cercana a esta realidad. “Ya sea con respecto a la vida en las antiguas colonias, antes y después de la independencia, y en relación con la transformación experimentada en el Portugal democrático; que de un país sobre todo rural ha evolucionado hacia una sociedad urbana”.

Por su parte, Lídia Jorge explica que, para definir una literatura, hay que comprender lo que distingue a la lengua que la construye. “Ahora el idioma portugués, que posee menos palabras que el inglés o el francés, tiene por el contrario una rica capacidad asociativa. Es una lengua de metáforas que favorece la dimensión poética”.

Así, la poesía lusa, prosigue la novelista y dramaturga, es singularmente rica. “No hay que esperar que una novela nuestra presente un alambre lineal, de acuerdo con el modelo narrativo anglosajón. Para leer a los autores portugueses es necesario despojarse de la chaqueta y buscar una silla.

“A finales de los 80, cuando Saramago, Lobo Antunes y Agustina Bessa-Luís comenzaron a ser traducidos, se dijo en Europa que el portugués no sabía contar. Pero el tiempo vendría a mostrar que se trataba, después de todo, de otra narrativa; ahora, ampliamente reconocida”, añade.

Y Filipa Leal piensa que la literatura portuguesa es tan difícil de catalogar como cualquier otra. “Estamos en un mundo cada vez más globalizado, en el que las traducciones circulan de forma más accesible. Por más que sigamos escribiendo sobre ‘nuestra aldea’, estamos hoy en diálogo con todas las literaturas; y ese diálogo nos da la noción de que hay escritores muy lejos de nosotros con los que sentimos más afinidad que con nuestros propios vecinos”.

La poeta aclara que, “en el juego de construcción de la identidad”, prefiere ser un escritor que un escritor portugués. “De la misma forma que no me gusta cuando se habla de literatura femenina. La literatura es en sí misma el lugar donde se encuentran mujeres y hombres que escriben”.

TEMAS QUE INSPIRAN

Peixoto reivindica la identidad como la preocupación que permanece en la base de la literatura de su país. “Creo que la pregunta quién soy no tiene respuesta definitiva y, por eso, llevaremos toda la vida intentando contestarla. No veo esa ‘condenación’ como algo negativo, al contrario. Creo que el día que creamos tener ideas definitivas sobre quiénes somos, ya no estaremos disponibles para seguir evolucionando”.

El autor de Nadie nos mira y Cementerio de pianos subraya que “Portugal es un país con gran pasado, con una posición particular ante Europa y el mundo; posee una historia reciente de grandes cambios. Esos son algunos de los temas con los que los escritores portugueses nos debatimos”.

Para Júdice, en cambio, las letras lusas buscan la diversidad temática. “La literatura, el mundo actual y sus crisis de valores; el cosmopolitismo que resulta de la facilidad de viajar y del fin de las fronteras en Europa; el cambio introducido por las nuevas formas de comunicación, desde internet a los medios. Todo esto tiene influencia en lo que se escribe”.

El egresado de Filología Romántica de la Universidad de Lisboa dice que a los autores también les preocupa la crisis que se vive en el mundo de las editoriales y de la distribución de los libros.

Sobre este rubro, Lídia Jorge indica que a los escritores portugueses les preocupa lo mismo que a otros autores: un mundo sin control, sin justicia, sin un mínimo de previsibilidad y seguridad.

“Como somos un país con una gran desigualdad social y la memoria de una emigración forzada muy cercana en el tiempo, el caso de nuestra sociedad inspira a varias sensibilidades. Desde los más intimistas a los más abiertamente sociales, escriben sobre este tiempo de cambios acelerados, sentidos como amenaza, y saben de lo que hablan.

“Yo diría que estamos escribiendo juntos, y cada uno con su voz, un inmenso panfleto contra los desmanes que día a día nos oscurecen la esperanza en una humanidad mejor”, añade la autora de La costa de los murmullos.

Finalmente, Filipa Leal confiesa que “difícilmente escapamos al amor y a la muerte”, como temas que mueven la literatura lusa.

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