Morales Niño y su quijada de burro

 

Por Horacio Corro Espinosa

Para el 17 de mayo de 2019

 

En política para algunos cuenta la audacia, para otros, la suerte, y para otros más, aprovechar la sombra del jefe, y si no lo creen, pregúntenle al presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de diputados de las 64 Legislatura, César Morales Niño.

Morales salió de la nada. Era un oscuro reportero, por cierto, con muy mala redacción, pero con suerte, porque se encontró a un político que se dejó engañar por su ignorancia, también en la redacción. Así fue como el Diputado federal Benjamín Robles Montoya, se lo jaló para que le cargara la maleta. Esa fue su chamba durante varios años.

Seguramente, Robles Montoya fue tan agradecido con esta persona, que después de ocuparlo como su vocero, lo anotó como candidato a la diputación local por el distrito 05, con cabecera en Asunción Nochixtlán.

Todos sabemos que en política es importante tener fondos, dinero para hacer campañas y comprar votos, mover agrupaciones y sindicatos, así es la democracia mexicana. Morales Niño no contaba con nada de esto, simplemente fue puesto en la lista como relleno, y ganó por la imagen de ya saben quién.

Las ofensas que ha ofrecido una y otra vez este diputado, le vienen de su jefe Montoya. Este último, en una ocasión invitó a almorzar a unos reporteros, a quienes les dijo que pidieran lo que quisieran. A una reportera se le ocurrió pedir carne, y cuando el entonces Senador con licencia recibió la cuenta, le preguntó a la compañera: “oye, ¿así comes todos los días en tu casa?”

La poca cabecita del diputado local Niño, seguramente ha de creer que actuar como lo hacía su jefe, es bueno, por eso hoy se le hace fácil insultar a las mujeres, a los medios de comunicación, a las embarazadas, a pueblos indígenas, y ahora a los abogados en general.

Ignorante, primitivo, altanero y escasamente cauteloso, ha querido emular a su jefe, pero lo ha rebasado en mucho, porque sus palabras se han convertido en campo de batalla, donde él solito, sin ayuda de nadie más, ha matado a miles de “filisteos”, algo así como lo hizo Sansón, con aquella quijada de burro.

Este señor ha ido de escándalo en escándalo. Hoy los abogados le exigen que presente una disculpa pública, y que si no lo hacía en 24 horas, tomarían otras medidas. Lo cierto es que ya van más de 48 horas, y según mis cálculos, el diputado local no lo hará.

Con esto, lo que puede suceder, es que la gente se enoje, y por lo mismo, expresen groserías y palabras altisonantes hacia él. Pero después, cuando pase la indignación, comenzarán a hacer bromas, chistes y memes, que disminuirán el daño. Ni modo, así somos los mexicanos. Al rato saldrá otro escándalo y asunto resuelto.

Los políticos hacen mofa de los ciudadanos con frases que confunden hasta el más letrado. Saben que el tiempo está de su lado, y sus agresiones o diferencias contra la ciudadanía serán olvidadas.

Como seguramente el presidente de la Mesa Directiva no hará lo que los abogados pretenden, éstos cargarán su medallita de “ruines”, “estafadores”, “saqueadores” y “mentirosos”, hasta que el tiempo olvide la insolencia.

No sé si los abogados ya hayan solicitado la destitución de César Morales, como presidente de la Mesa Directiva del Congreso local, e iniciarle juicio político y declararlo persona non grata. Pero sea lo que sea, como el legislador del Partido del Trabajo se saldrá con la suya por soberbio, sugiero que mejor presenten una iniciativa para que lo sometan a pruebas psicológicas porque de plano, no le intelige a nada.

 

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