Mientras otros niños festejan el día del niño, para otros es un día común.

Paloma Duarte

Mientras decenas de niños amanecieron con la ilusión de celebrar “El Día del Niño” para otros fue un día común, que solo les recuerda la poca fortuna que tienen en esta vida, en la que solo han encontrado obligaciones y responsabilidades que a su edad no les corresponde.

Siendo Oaxaca uno de los Estados más pobres de México, existe un alto índice de niños con necesidades, que tienen que solventar no a través de sus padres o tutores, sino con su propio trabajo en las calles.

En el crucero de la Avenida el Tecnológico, Jorge y su familia encontraron el hogar que su comunidad en el Estado de Chiapas les negó, encontraron unos pesos para subsistir y un lugar donde irla pasando.

A los 9 años Jorge, su madre y dos hermanos más llegaron a Oaxaca con la esperanza de poder llegar a los Estados Unidos y encontrarse con su padre, sin embargo tras varios días de viaje desistieron de su intento.

Dejaron Comitán Chiapas, por la promesa de su padre, quien dijo enviaría a una persona para los ayudará, pero para que ello pasara tendrían que llegar a Ciudad Ixtepec ahí se encontrarían con Juan quien estaría a cargo de pasarlos a los Estados Unidos.

Vendieron lo poco que tenían, en contra de la voluntad de sus demás familiares se aventuraron, sin saber que a kilómetros de llegar a Ciudad Ixtepec serían asaltados y amenazados; ese fue su primer trago amargo.

La desgracia los siguió pues en Ciudad Ixtepec nunca encontraron a “Juan” y también perdieron el contacto con su padre, quien jamás volvió a contestar el número telefónico con el que contaban para hablar con él.

Tuvieron miedo de quedarse en Ixtepec tras la experiencia que vivieron, y con limosnas pudieron llegar a la capital del Estado, estaban cansados pues sus dos hermanos de 7 y 5 años, ya estaban resintiendo el largo traslado.

Al llegar a la capital tuvieron que dormir bajo un puente y seguir viviendo de la limosna, hasta que con 200 pesos compraron sus primeros limones, empezaron así a venderlos aunque lo que ganaban era muy poco, insuficiente para poder subsistir.

A su hermano de 7 años, Marcos se le ocurrió entonces una idea, trabajar como payasos de crucero, aprendieron algunos malabares y empezó su nuevo peregrinar, resultaba esto insuficiente todavía para los gastos que generaba.

Entonces entro su hermano el menor a trabajar, con 5 años apenas se encargaba de los malabares con Marcos, Jorge limpiaba parabrisas trabajo que aprendió de otros jóvenes de la zona que se dedican a la misma actividad y como dice él, le echaron la mano.

Dos años han pasado ya, en hoy, rentan un pequeño cuarto en la colonia Heladio Ramírez López  y aunque su madre ha encontrado trabajo de lava trastes y lavandera, él tiene que salir con Marcos a seguir chambeando.

El niño pequeño es quien dicen ha corrido con suerte, hoy asiste a una institución educativa y con los esfuerzos de él que tuvo que tomar la responsabilidad de un padre y de su otro hermano, procuran que nada les falte.

En medio de la pobreza encontraron en Oaxaca manos amigas, manos solidarias que se han unido para hacerles menos pesado el peregrinar, que les han regalado ropa y comida y algunas pocas veces juguetes.

No pueden acceder a programas sociales, pues su madre no cuenta con su documentación, ellos con trabajo tienen actas de nacimiento, al menos dos de ellos, para Jorge el futuro será el mismo hasta que alguien le dé la oportunidad de trabajar a su corta edad, y es que la niñez a sus 14 años se difumino.

Sin duda alguna, en Oaxaca, no se ha logrado romper con los ciclos intergeneracionales de reproducción de la pobreza, la desigualdad y la marginación; la familia de Jorge es claro ejemplo.

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