La muerte de ‘María Pistolas’

EXCELSIOR

Participó en diversas campañas de alfabetización. Fundó una escuela donde se encargó de enseñar a leer y escribir tanto a hombres y mujeres, así como diversos oficios que ayudó a la gente en su vida laboral

CIUDAD DE MÉXICO.

“María Pistolas”: La mujer que vivió la lucha armada de la Revolución desde la trinchera de la ideología, en pro de la educación y a favor de la democracia, dejó un legado que vale la pena recordar. María Arias Bernal, nació el 13 de septiembre 1884 en la Ciudad de México.

Estudió en la Escuela Normal, de donde egresó a los 17 años como profesora, por lo que, trabajó un tiempo en la Escuela de Artes y Oficios; posteriormente, se desempeñó como directora de la Escuela Corregidora de Querétaro.

Tan pronto estalló la Revolución Mexicana, se unió al movimiento maderista con una participación my importante ya que en todo momento permaneció al lado de Francisco I. Madero, mismo con quien generó una empatía tal que le llevó a admirar al líder revolucionario. De ese modo, pronto se convirtió en secretaria particular de Sara Pérez, esposa de Madero, misma con quien entabló una cercana relación prácticamente toda su vida.

Participó en diversas campañas de alfabetización. Fundó una escuela donde se encargó de enseñar a leer y escribir tanto a hombres y mujeres, así como diversos oficios que ayudó a la gente en su vida laboral.

Después del asesinato de Madero, durante la decena trágica, se convirtió en la defensora de su tumba, además, apoyó la causa Carrancista que buscaba derrocar a Victoriano Huerta. En ese sentido, acompañó y apoyó en su lucha a la también profesora Inés Malvaez, defensora de los derechos de la mujer, quien repartía el periódico revolucionario “El Renovador”.

 

 

Una vez disuelto el congreso en octubre de 1913, Arias se dedicó a auxiliar y rescatar a los legisladores maderistas encarcelados; se encargó de establecer contacto entre los diputados apresados con revolucionarios en el norte del país. Contaba con una amplia red de espías, correos e imprentas clandestinas que servía para difundir las noticias que en ese momento eran censuradas por el gobierno de Huerta.

Para ello, formó el “Club Femenil Lealtad”, como movimiento esencial contra el huertismo, mismo que, por otro lado, buscaba rendir culto a los mártires de la democracia –en este caso a Madero-, así como abogar por los presos políticos maderistas, y cuyo lema era: “Siempre leal”.

En agosto de 1914, ante la llegada de Álvaro Obregón como General en Jefe del Ejército Constitucionalista del Noroeste, a la Ciudad de México, este cedió su pistola a Arias por haber cuidado del sepulcro de Madero. Así narró Excélsior el hecho: “Volviéndose después a la señorita Arias, le entregó, sacándola de la funda, su pistola, diciéndole que ella, mujer, era la única digna de portar una pistola en la ciudad de México.” Por lo que la prensa de la época la bautizó como “María Pistolas”, de ese modo ha sido recordada hasta la actualidad.

En ese mismo año, Arias fue enviada a estudiar a la Escuela Normal de Boston, esto en Estados Unidos. Asimismo, fue nombrada directora de la Escuela Normal para Profesores en México. Tras la muerte de Carranza en 1920, la revolucionaria dejó su cargo como directora, por lo que retomó su labor a favor del alfabetismo y creó una biblioteca que llevó el nombre de “Francisco I. Madero”.

Hasta el último momento estuvo acompañada de Sara Pérez, entonces viuda de Madero. Arias, Falleció el 6 de noviembre de 1923, víctima de tuberculosis que contrajo cuando, años atrás, fue encarcelada y encerrada en un baño. Sus restos fueron depositados en panteón de Tlalpan. Al día siguiente, Excélsior publicó la noticia con el encabezado: “La Srita. M. Arias Bernal, interesante figura de la Revolución, murió ayer.”

 

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