La clase obrera

Por Horacio Corro Espinosa

Ya merito, ya merito. Por un pelo de rana y se ajustician los diputados a los sindicatos del país con el proyecto de decreto de la reforma laboral que envió a la Cámara e Diputados el aún presidente de México, Felipe Calderón.

Originalmente decía la propuesta de Felipe Calderón, pero se eliminó de un plumazo:

…Artículo 373. La directiva de los sindicatos, en los términos que establezcan sus estatutos, deberá rendir a la asamblea cada seis meses, por lo menos, cuenta completa y detallada de la administración del patrimonio sindical. La rendición de cuentas incluirá la situación de los ingresos por cuotas sindicales y otros bienes, así como su destino.

En estos tiempos en que las ilusiones son subyugadas por todas partes, cuando el sueño de un mundo sindical parecía que se acababa, de repente, todo quedó olvidado. Al sindicato no se le toca. A los trabajadores, por parte de trabajadores y sindicatos, duro contra ellos.  Se oye raro, ¿verdad? Pero es cierto.

Hace años, me tocó estas en un encuentro internacional “sindicalismo y democracia”. Este evento, acorde con los tiempos modernos, se realizó en un salón de lujo del hotel Presidente, en el D.F.

Nunca me imaginé que los sindicalistas estuvieran en un hotel de lujo y con mucha pompa. Además, que estuvieran metidos en un salón de eventos del hotel Presidente, uno de los modernos de México.

Al fondo había un enorme y largo presídium, para más de treinta personas. A los extremos, dos grandes pantallas de video. También estaban más de medio centenar de banderas que, supongo, eran de los países presentes.

Cámaras de televisión por todas partes, en un amplio salón donde fácilmente cabían unas quinientas personas, sindicalistas o interesados en el sindicalismo, líderes o bases, todos o casi todos de traje, donde predominan los colores gris o azul, todos con corbata y listos para escuchar las ponencias.

Cada silla tenía sus audífonos que servían para escuchar la traducción simultánea de los ponentes que no hablan español.

No podían faltar las decenas de trabajadores, mozos, meseros, galopinas, quienes andaban por todas partes sirviendo el café, los refrescos, galletitas. Todos los sindicalistas se veían bien preocupados por su destino como trabajadores.

Los delegados andaban por todas partes, en el lobby, en los pasillos, la cafetería, discuten o bromean en pequeños grupos.

En esa reunión se preparaban los obreros a través de sus sindicatos para vivir  los nuevos tiempos. Eran los mismos que ayer desecharon la propuesta de Felipe Calderón, de rendir cuentas claras, de transparentar sus recursos. Ningún líder sindical quiere vivir fuera del paraíso. Pero esta alcahuetería le costará muy caro al PRI y al PAN, en los próximos años.

 

Twitter: @horaciocorro

horaciocorro@yahoo.com.mx

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