Gros-Burdet, una mujer universal

El imparcial

Esta francesa nacionalizada mexicana desde 1955 representa a una generación de cambios de la mujer del siglo XX.

Como una mujer universal podría ser descrita Paulette Gros-Burdet, una persona cuya vida ha estado impregnada por muchas experiencias alrededor del mundo, especialmente en países del cono norte.

Nacida en noviembre de 1917, esta ciudadana francesa, pero nacionalizada mexicana desde 1955, tiene 99 años de edad y es de las pocas personas que ha atestiguado infinidad de cambios y progresos durante el siglo XX.

584a1cb7a20541d205ffb3adEl paso del tren de vapor y su desarrollo a aquel que desafía el tiempo y es controlado por computadoras es uno de los privilegios que esta nonagenaria ha tenido. Asimismo, el surgimiento de la cinematografía con los hermanos Lumire y el avance tecnológico que permitió la televisión a color o el cine hablado forman parte de los recuerdos de Paulette.

Pero no sólo los progresos han sido vistos y vividos por esta mujer, sino también los sucesos como la Segunda Guerra Mundial (de la cual es sobreviviente) o la lucha feminista que consiguió el voto de las mujeres en varios países.

Aunado a ello, los altibajos propios de la vida que tuviera al lado de sus dos esposos o sola han forjado una existencia que seguramente inspiraría a más de un escritor.

No obstante, a insistencia de sus amistades, estas memorias pueden ser conocidas por algunos a través del libro Le chant du cygne (El canto del cisne), que escribiera cuando tenía 90 años de edad, a raíz de un accidente que le obligaría a guardar reposo y buscar una manera de no aburrirse.

Su estancia en Francia, Turquía, Vietnam, Estados Unidos y México son algunas de las que menciona en el libro, del que -sin pretender llamarse escritora- accedió a realizar.

Su último canto

“Se dice que el cisne, sobre todo el cisne negro, canta una sola vez: cuando va a morir. Entonces, cuando yo tenía 90 años, me caí y me rompí la cadera; y dije, ahora sí, es el momento de escribir. Es mi canto del cisne, porque a mis 90 años se podía pensar que la muerte no estaba tan lejos y dije: eso es lo último que voy a cantar”, expresa en entrevista doña Paulette.

Próxima a cumplir 100 años, en noviembre de 2017, doña Peulette recuerda que cada país de los cuales habitó tuvo su encanto y por ello no extraña nada de ninguno. Además, aunque no estuviese en México, sería feliz en cualquier parte, pues es una mujer afortunada.

Una mujer en el tiempo

Entre las anécdotas compartidas por doña Paulette se encuentra un par relacionado con su vestimenta, que en un contexto como el de México rompía con las normas morales de aquel tiempo.

“Yo tenía un traje de baño y cuando me vieron así en Acapulco me quisieron llevar a la cárcel”, recuerda entre risas.

Asimismo, en una ocasión -al acudir a la iglesia- “el cura vino como loco con una cobija para cubrirme porque era yo muy indecente”.

En ese entonces, Paulette había llegado a un México y un tiempo en el que a la mujer tenía que ser protegida de todo, donde no era considerada parte de la sociedad ni votaba.

“Y yo pienso que hubo una evolución extraordinaria, la mujer ganó un terreno enorme, la única cosa que todavía no ha podido ganar es que se la considere en verdad en su justo valor.

Aunque hay mujeres abogadas, doctoras o en todas las profesiones, el terreno del aprecio que debe tener todavía no lo ha ganado. Los hombres no respetan a las mujeres”, añade quien ha conocido de las luchas por los derechos de las mujeres en varias partes del mundo.

Para Paulette, la lucha aún sigue, ya que “el hombre de aquí es terco, no respeta a la mujer y nunca la va a respetar”.

Si bien, su caso no es similar al de otras mujeres, ya que Paulette vio inicialmente el trabajar como una manera de ocuparse y no aburrirse con los juegos de canasta, su vida la ha forjado a partir de muchos esfuerzos.

Fue docente, periodista y enfermera, entre otras profesiones, su vida la ha pasado en países como Francia, Estados Unidos y México. En este último, ha conocido lugares como Sonora, el Distrito Federal (hoy Ciudad de México) y Oaxaca, en donde radica desde 2003.

“Yo siempre me he sentido con un freno”, dice la autora de Le chant du cygne, pues los hombres siguen sin inspirarle confianza y por ello jamás se ha entregado por completo.

Enseñanzas de vida

Doña Pulette se casó muy joven, antes de los 20 años y cuando vivió con su primer esposo supo lo que es perder todo lo ganado, hasta el último centavo. Pero también supo sobrellevar la situación, impulsada por sus hijos y por sí misma.

Ella, recuerda que tras perder los terrenos en Guaymas, Sonora -donde tenían plantaciones de caucho- su esposo dejó el hogar y no supo de él por cinco años. Al verse sin apoyo del padre de sus hijos, tuvo que idear la manera de mantener la educación de sus pequeños y por ello se dedicó a la enseñanza de francés y al periodismo.

“Yo estuve trabajando con el doctor Del Río y Cañero, quien me dio un puesto de periodista en Turismo, porque así podía yo escribir en todos los periódicos y revistas francesas acerca de México, como propaganda para viajes. Ésa fue la manera de sacarme del apuro y a tres niños que tenía que mantener en el colegio francés”.

Esas experiencias, entre otras como sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial o haber perdido a su segundo esposo y dos de sus hijos, han generado varias enseñanzas para doña Paulette, quien a sus 99 años conserva a su hija Nicole y sabe que no es bueno guardar rencores, pelearse con la gente o desgastarse en asuntos que no lo valen.

Por ello, si la muerte viene por ella, piensa que se irá tranquila y se sentirá afortunada por haber tenido una gran vida. Pero antes, espera contar sus memorias en la traducción que de Le chant du cygne se tenga para su cumpleaños número 100.

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