El filtro burbuja: cómo Google decide lo que piensas

MILENIO 

Desde hace casi diez años, todo lo que haces y buscas en internet es vigilado para ofrecerte “una mejor experiencia”, pero ¿cuál es el verdadero precio?

 

Googlear se ha convertido en una actividad, si no imprescindible, por lo menos habitual de nuestra cotidianidad. A diario utilizamos un motor de búsqueda —no sólo el de Google— para hacer consultas. Buscamos todo: horarios de funciones en el cine, restaurantes cercanos, lanzamientos musicales, ofertas y descuentos y, claro, noticias.

El paraíso de la información: antes —parafraseando a Alfonso Reyes— entre todos lo sabíamos todo. Hoy, para saberlo todo basta echar un vistazo al celular.

¿Pero qué ocurre cuando internet me arroja resultados curados exclusivamente para mí? En primera instancia parece conveniente. No debo ver titulares de periódicos cuya línea editorial no comparto, o noticias sobre crímenes sangrientos. En mis redes sociales puedo evitar las publicaciones de esos contactos a los que sólo agregué por compromiso.

En otras palabras, esto quiere decir que, gracias a los algoritmos de personalización de las empresas tecnológicas, internet puede hacer que el mundo sea tan feliz —o infeliz— como quieras. O, mejor dicho, como tu comportamiento al navegar lo determine.

Pero pensémoslo de nuevo: si Google o Facebook me muestran sólo el contenido que su tecnología considera relevante para mí —aunque basado en mi comportamiento previo— ¿estoy encontrando contenido realmente relevante, que me mantendrá objetivamente informado y permitirá la discusión de ideas y el flujo de conocimiento, o se trata sólo de una ilusión que distorsiona la realidad, moldeándola a mi gusto?

Eso es lo que Eli Pariser define en su libro como el filtro burbuja. Comienza con la historia de transformaciones que Google aplicó desde 2009, cuando la personalización de resultados se convirtió en un tema a tener en cuenta. La relevancia de este cambio radica en un riesgo fundamental: internet —como afirma Pariser— está “cada vez más predispuesto a secundar mis propias ideas”.

Para predecir qué resultados serán más útiles para mí, Google necesita reunir una importante base de datos. No hace falta decirle cuáles son mis intereses, a dónde me gusta ir los fines de semana, cuál es mi comida favorita. Todos esos datos, y más, están registrados en mi historial de navegación.

Google utiliza, entre otras cosas, cookies y “señales de clic“. Pensemos en ellas como las migajas de pan que dejamos a nuestro paso por las decenas de sitios que visitamos a diario. Google puede detectar a qué le doy prioridad, qué enlaces visito con más frecuencia, qué tipo de contenido busco con regularidad, desde dónde me conecto, con qué frecuencia viajo.

Google es un espía de primer nivel, un polígrafo infalible dispuesto a usar todo lo que hacemos en nuestra contra (aunque se esfuerce endemoniadamente en hacerme creer que lo hace a mi favor). Esto es reveladoramente aterrador.

¿Se trata de un pensamiento alarmista? Quizá, pero todo depende de qué tan dispuestos estamos a aceptar que somos un producto, que nuestro comportamiento en línea se vendeen apenas unos segundos. Que existen empresas que quieren saber qué busco y con qué intención, incluso cuánto estoy dispuesto a pagar por algún producto.

Facebook tiene un comportamiento similar. Recientemente anunció que implantaría cambios para favorecer las interacciones “entre amigos y familiares” y dejar en segundo plano las publicaciones de empresas y medios de comunicación.

¿Se puede escapar del filtro burbuja?

Aunque a estas alturas la personalización es casi inevitable, Eli Pariser propone algunas cosas:

1  “Sólo con ampliar nuestro intereses en nuevas direcciones, proporcionamos al código de personalización un abanico más amplio con el que trabajar”.

2  “Una cura parcial podría ser borrar regularmente las cookies del navegador. Existen sitios que ofrecen la opción de salir de ellas”.

3  “Podemos mantener toda nuestra actividad online en una ventana de incógnito, donde se almacene menos información personal, pero cada vez será menos práctica: muchos servicios simplemente no funcionarán como deberían”.

4  “Elegir el uso de páginas que delegan más control y visibilidad a los usuarios sobre cómo funcionan sus filtros y cómo utilizan nuestra información personal”.

El filtro burbuja
Autor: Eli Pariser
Año:2017
Editorial: Taurus
Precio: 289 pesos

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