Detrás de la noticia: ¡Toño y Murat, urge nuevo Pacto Social en Oaxaca!

Alfredo Martínez de Aguilar

Invaluablemente amorosa y generosa como suele ser la vida con algunas personas exitosas y triunfadoras, salvo dolorosas excepciones, generalmente la vida da pocas oportunidades a los seres humanos para trascender en el tiempo y el espacio, y meter el pie a la historia.
Éste, a querer o no, guste o no, es el caso de José Antonio Hernández Fraguas y de Alejandro Murat Hinojosa quienes, hoy por hoy, tienen la enorme oportunidad, única en la vida, de convocar a los oaxaqueños a establecer un Nuevo Pacto Social en el Estado.
El municipio es constitucionalmente la célula básica de la sociedad mexicana y Toño es presidente municipal de Oaxaca de Juárez, la capital oaxaqueña. Alejandro, por su parte, es gobernador del Estado. Son, pues, las máximas autoridades en el ámbito de su competencia.
Ambos gobernantes tienen a su favor el bono democrático que les llevó al poder, gracias a la confianza y credibilidad despertada en los ciudadanos oaxaqueños. Cuentan, además, con un claro liderazgo politico que garantiza una respuesta positiva a su convocatoria.
Sonó la hora histórica de hacerlo. Los principales núcleos sociales organizados pueden contribuir de manera preponderante a concientizar a sus integrantes a firmar el Nuevo Pacto Social, basado en el espíritu de la solidaridad del trabajo comunitario.
Ahí estan epserando este llamado los partidos y organizaciones políticas y sociales, las diversas iglesias, las cámaras y organismos empresariales, los diferentes clubes de servicio, las universidades y los sindicatos, entre muchas más entidades en el estado.
Como nunca, las condiciones objetivas y subjetivas están dadas para alcanzar tan ambiciosa meta. Ésta debe ser la moraleja de la estela de sangre y destrucción, muertos y heridos que han dejado a su paso en territorio oaxaqueño los huracanes y el terremoto reciente.
Aun cuando sea controvertible es nuestra convicción personal y familiar que de la muerte nace la vida. Para la ciencia es simplemente energía y para las religiones, también, aunque éstas últimas llamen a la energía vital del soplo de la vida, alma o espíritu.
Ante la devastación y desolación que padecemos por los desastres naturales como signo de los tiempos, es indispensable trabajar y luchar incansablemente todos los días, a mañana, tarde y noche, por un reencuentro entre los cuatro millones de oaxaqueños.
Ello requiere una alta carga de autoaceptación como primer paso para aceptar a los otros como son, como parte indisoluble del autoperdón y del perdón social a los demás, que puede conducir al acercamiento, al diálogo y a la recomposición del tejido social.
Proceso de crecimiento y desarrollo personal, familiar y social, que posibilite empezar a construir consensos mínimos, a partir de los cuales arribar, posteriormente, a acuerdos mayores social y nacionalmente que, finalmente, se traduzcan en la reconciliación.
Toño Hernández Fraguas y Alejandro Murat Hinojosa están obligados por las circunstancias históricas y sociales que les toca vivir a actuar con vision y sensibilidad de estadistas a convocar a todos los oaxaqueños para hacer realidad un Nuevo Pacto Saocial.
¡Urge hacerlo para salvar a Oaxaca y con ello contribuir a la salvación de México todo! A sabiendas que son inteligentes y positivamente ambiciosos, obligado es preguntar si sabrán y si querrán hacerlo para crecer políticamente a nivel nacional! ¡Que contesten ellos y su conciencia!
Salvo los eternos enemigos de Oaxaca, la inmensa mayoría de oaxaqueños estamos listos para hacerlo como lo expresan desde lo más profundo de su corazón los istmeños en general, pero particularmente los aguerridos juchitecos, que reconstruyen su tierra con sus propias manos porque sus autoridades municipales se siguen robado los recursos públicos.
Retomo un texto de autor anónimo de las redes sociales, para fortalecer y confirmar mi dicho. “El sismo del 7 de septiembre del 2017, nos ha dejado grandes lecciones, aparte de lo que vamos a aprender en el transcurso de las múltiples réplicas que se están dando”.
“A pesar de haber tenido su epicentro en Pijijiapan, Chiapas, los noticieros, al comparar los desastres, concluyen que en el Istmo de Tehuantepec (Oaxaca), es donde ha causado más daños. Juchitán, Ixtaltepec, Ixtepec, Xadani, Tehuantepec, Salina Cruz, San Mateo del Mar -se dice-, son los municipios donde se ensañó este fenómeno natural”.
“Los ayes de dolor duelen… Duelen nuestros muertos, duelen los hogares perdidos. Casas con grandes recuerdos de la niñez se han ido. Las iglesias, los ex conventos, se han derrumbado. Los llamados inmuebles Patrimonio de la Humanidad, se han esfumado. Aquello que nos unía al resto del planeta se ha roto”.
“Pero debe unirnos, ahora, otro lazo: el lazo del amor al prójimo. Independientemente del pronunciamiento que hagan otros pueblos, los pueblos del Istmo ya tendieron ese puente. Un puente de amistad, un puente ancestral: la hermandad en el comunismo primitivo. Nada cortará ese lazo más que un desastre total”.
A partir de ahora, en nuestras agendas, se sumarán otros puntos muy importantes como la seguridad EN TODOS LOS SENTIDOS. Cómo comportarnos ante los sismos, cómo construir nuestras futuras casas, cómo deben ser nuestros seguros de vida individuales”.
“Las casas serán ahora de una sola planta, con puerta hacia el patio; los cables irán por el subsuelo tanto en la casa como en las calles, y hemos de obligar a las autoridades y compañías a hacerlo así. Nuestro seguro de vida, tendrá vigencia “para desastres naturales”. Los colegios más seguros serán los de una sola planta. Los grandes edificios se construirán con bases de poleas…”.
“Ya no podrán condicionar los padres a sus hijos sobre heredar su casa a “quien los vea” (cuide). Me dice un compadre: “Compa… se llevó la casa el viejo. Y yo lo vi sus últimos días por la casa…”
Una nueva cultura se añade a nuestro sistema de vida en el Istmo. Aparte de compartir algo de lo nuestro, reforzamos el compromiso natural de solidaridad, sin necesidad de nuestros malos gobiernos. El Istmo se ha de levantar porque nuestra raza, la raza de bronce, la raza Zapoteca, como el mismo zapoteco -como lo dijera López Chiñas – “morirá cuando muera el sol … “.
Mucho contribuirá a la reconstrucción de los municipios istmeños su espíritu guerrero y festivo como lo prueba el hecho que, tras el sismo registrado el pasado 7 de septiembre que devastó Juchitán, surgió una melodía, cuya letra dice lo siguiente:
“Una noche de luna llena sacudió, mucha gente ya descansaba. Cuando el día casi acababa, comenzó. La tragedia nadie la esperaba, se presentó, con derrumbes mi Juchitán se colapsó. Despierto hoy, despierto hoy y al verlo todo mi corazón se derrumbó, camino hoy, camino hoy viendo a mi gente perderlo todo con gran dolor”.
La balada fue compuesta e interpretada por los músicos Héctor Linares Vázquez y Octavio Sánchez Pera, dos juchitecos de la Octava Sección de Juchitán, Barrio Cheguigo
Sentado en su hogar, uno de los pocos que resistió el temblor, Héctor comenzó a escribir. Hizo dos estrofas y dos coros. Una réplica lo interrumpió. “Intenté continuar pero no se pudo. Lo dejé”.
Ante la insistencia de familiares y amigos Héctor retomó la composición. Su amigo Octavio Sánchez Pera, quien es enfermero, aportó para concluirla, y continúa la melodía “Todos en Juchitán vimos la tragedia. Al despertar nos encontramos con los derrumbes, recorres las calles de nuestro pueblo y es una tristeza muy grande. Es imposible que no llores, no sentir impotencia”.
Al menos el 70 por ciento del barrio Cheguigo quedó dañado, varias casas se colapsaron y otras más resistieron de pie, pero con fracturas que hacen necesaria su demolición.
Solo un guerrero zapoteco de Juchitán pudo tener la visión y sensibilidad de rescatar heroicamente la Bandera Nacional entre las ruinas del Palacio Municipal y convertir un palo cualquiera en su asta, enarbolarla, ondearla y colocarla en la cima de las ruinas, para que todos la vieran.

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