Democracia, el legado de la Revolución Mexicana

El historiador Carlos Betancourt Cid explica cuales fueron los grandes logros de la Revolución que siguen estando vigentes en la actualidad.

revolucion mexicana pancho villaCiudad de México. Antes de la Revolución Mexicana los derechos laborales, educativos y electorales de los mexicanos eran prácticamente inexistentes, pero una poderosa batalla conformada por demandas sociales culminó en la construcción de un sistema político que nos permite hoy gozar de muchas libertades: la democracia, el gran legado del México revolucionario.

En entrevista con Milenio, el historiador Carlos Betancourt Cid, investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), explica que la Revolución dejó al país un ordenamiento de la vida pública y política, concentrado en la Constitución de 1917, y sentó las bases para que la democracia comenzara a establecerse.

El historiador explica que la Revolución Mexicana “marcó todas las mejoras sociales que implantaron los posteriores gobiernos mexicanos”, pues fue esta ideología revolucionaria “la base para lograr beneficios para los obreros, campesinos, para el desarrollo mismo de la clase media y la posibilidad de escoger a nuestros gobernantes”.

De la lucha revolucionaria al México de hoy

Carlos Betancourt menciona entre los logros más importantes de la lucha revolucionaria están la reducción de horas a la jornada laboral, la mejora de condiciones para obreros y campesinos, la instauración de la educación pública y la posibilidad de regir la vida del país mediante el voto.

Entre los beneficios están la reducción de horas a la jornada laboral, la instauración de la educación pública y el derecho al voto.

El historiador explica que los logros sociales durante la revolución tuvieron un largo alcance en la vida pública del país en años posteriores.

El reparto agrario, que comenzó con el Plan de San Luis, de Francisco I. Madero, es un ejemplo de la trascendencia de la lucha revolucionaria en años posteriores.

“El documento que se convirtió en la bandera de la Revolución fue el Plan de Ayala de los zapatistas, que surgió el 28 de noviembre de 1911, porque muchas de sus peticiones se incorporaron a la Constitución”, explicó.

Tras lograr que se tomara en cuenta a los campesinos, el reparto de tierras siguió durante todo el siglo XX, lo que hizo posible que Gustavo Díaz Ordaz se convirtiera en “el presidente que mayor reparto agrario hizo durante ese siglo”, explica el también director de investigación y documentación del INHERM.

La construcción de la democracia

El historiador explica que el maderismo fue el principal impulsor de la construcción democrática en el país.

“Madero, opositor a la reelecciones de Porfirio Díaz, tenía una gran confianza en que la democracia era el camino por el que México debía de transitar y sentó las bases para que esa democracia comenzara a establecerse”, explicó.

La lucha maderista hizo posible que se elevara a nivel constitucional el lema de la Revolución: “Sufragio efectivo, no reelección”. El historiador explica que la frase se convirtió en un paradigma en la vida política del país.

“México comenzó a ser un país más libre, en el sentido de poder tomar nuestras propias decisiones y de poder asumir las circunstancias de estas”, explicó.

Carlos Betancourt pone como ejemplo de esta nueva libertad de gobierno a la expropiación petrolera de 1938, hecho que mostró que “México ya podía definir su rumbo, de ejercer su propia manera de concebirse como una nación libre e independiente, lo que hizo que este evento fuera la representación del nacionalismo post revolucionario”.

¿Quién ganó con la Revolución Mexicana?

La revolución es un largo proceso de lucha. El historiador explica que algunos teóricos hablan de una revolución divida en tres partes: la de Independencia, que permitió la existencia de un país más libre, la de Reforma, que concibió la división del Estado e Iglesia como crecimiento de la vida política y social, y la revolución de 1910, que otorgó democracia y libertad política, concretada en la Constitución de 1917.

El proceso iniciado por el grito de Miguel Hidalgo, continuado por los hombres de la Reforma y con consolidado por los maderistas, carrancistas, villistas y zapatistas, que se enfrentaron entre 1910 y 1920, es como un solo paso hacia el México del presente, dice Carlos Batancourt.

Y explica que aunque el gran ganador de la revolución fue Plutarco Elías Calles, quien se convirtió en el máximo representarse de los revolucionarios, en la Revolución Mexicana “todos somos los triunfadores, hasta los que no la vivimos, porque es el logro de una lucha en común y entonces el ganador hasta ahora sigue siendo México”.

La revolución de pensamiento

El historiador Carlos Betancourt refiere que debido al cambio radical del mundo moderno, una revolución como la de 1910 en México sería completamente imposible de realizarse en la actualidad.

“La revolución armada ya no es el camino, pero sí puede haber una revolución de mentalidad, de participación”, dijo.

Sin embargo, el investigador refiere que aunque una revolución armada no es posible en el México de hoy, existe un sentimiento de transformación en el pensamiento que haría realizable otro tipo de revolución.

“El pensamiento revolucionario tiene tras de sí el propósito de transformación, por lo que la revolución armada ya no es el camino, pero sí puede haber una revolución de mentalidad, de participación”, explicó.

Carlos Betancourt retoma a la democracia, gran legado de la Revolución Mexicana, como una vía de cambio en la sociedad actual.

“La transformación debe seguir radicando en la participación social y política de la gente y debe ser la democracia, a pesar de todas su deficiencias, la nueva revolución”, dijo.

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